Por Patricia Retamal Garrido es encargada nacional del Frente Feminista (FF) Izquierda Libertaria, Alondra Arellano Hernández es coordinadora Segex UC y FF Izquierda Libertaria y Geanina Zagal Ehrenfeld, es integrante del FF Izquierda Libertaria
La Historia de Chile está articulada en torno a la acción política emancipatoria de las mujeres. Esos momentos donde la opresión desborda sus propios límites y hace que la organización y la discusión cambien los marcos del sentido común y sus ejercicios institucionales. El movimiento feminista, al igual que en el pasado, – y a través de intensos procesos de re articulación y autoeducación – se reposiciona con mucha fuerza en distintas dimensiones.
El Estallido
El movimiento feminista venía trabajando la última década en una serie de líneas en las cuales Chile incumplía acuerdos internacionales en materia de protección y promoción de las mujeres, (CEDAW, 1989) y, además, no generaba políticas para que el cambio cultural que las mujeres exigían se hiciera carne. Allí, la Educación No Sexista, desde el año 2011 comienza a tomar fuerza como eje aglutinador de una serie de violencias que se ejercían en los diversos espacios educativos y sus interrelaciones.
Las compañeras feministas persisten en la instalación de la consigna bajo consideraciones claras, “la Educación es un agente de reproducción y perpetuación de la estructura hegemónica patriarcal” y sus efectos negativos en contra de la vida de mujeres ya han sido diagnosticados.
La profundización en el debate permitió identificar todas las brechas existentes al interior del sistema educativo, aquella violencia que perpetúa una estructura y segrega de manera exponencial y determinante. Así la precarización laboral y feminización de la desigualdad salarial en el mundo educativo, una falta de política de cuidados para trabajadores de la educación, currículum sexista y la inexistencia de políticas de prevención de violencia sexual al interior de los espacios educativos fueron algunos de los ejes desarrollados.
El motivo que detonaría la instalación definitiva como demanda y su transversalización y la discusión mediática, fueron los cientos de testimonios de agresiones verbales, psicológicas, físicas y sexuales vividas por alumnas, profesoras y funcionarias de escuelas, liceos y universidades. Es por esto que hoy las estudiantes dicen basta y llaman a radicalizar las movilizaciones en pos no solo de una educación no sexista, sino que de una derechamente Feminista y disidente, ya que cualquier grupo humano que, al ser feminizado y considerado incorrecto para el orden patriarcal, es también flanco de violencia, como son las disidencias sexuales LGTBI.
El patriarcado, para sobrevivir como estructura de dominación, además de tener como mayor aliado al neoliberalismo, empobreciendo especialmente a las mujeres, construye alianzas que históricamente han usurpado del valor del trabajo y ejercido el control y violencia del cuerpo femenino.
Un eje estructural de la educación machista durante siglos ha sido la Iglesia Católica y su permanente represión hacia las mujeres y disidencias sexuales en todo el mundo. Es por ello que una educación feminista apunta al carácter laico en la educación, y a no seguir perpetuando un modelo basado en la negación a los derechos de las mujeres.
Al cierre de esta publicación, se ha bajado la histórica toma feminista de la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Bajo el emblema “NOS HAN CALLADO, AHORA ES CUANDO”, un grupo de treinta alumnas encapuchadas exigían respuesta frente a un caso de extrema violencia de género; denunciaban la situación laboral de las trabajadoras subcontratadas en su mayoría haitianas; y exigían a toda la Red de Salud Christus UC deponer la objeción de conciencia institucional por el aborto en tres causales, por ser una medida ilegal y anti derechos como piso mínimo para sentarse a conversar.
A pesar de lo breve que resultó ser la toma, representa una conquista por la liberación de las mujeres de Chile, ya que irrumpe en el corazón del modelo neoliberal, en la casa de estudios donde negaron los derechos de las mujeres y donde se construyó el modelo económico, engranaje de la desigualdad y protector del empresariado. Y de Iglesia Católica, hoy desarticulada por el Papa Francisco por haber encubierto casos de pedofilia y abuso sexual; culpables de las altas tasas de infección por VIH positivo, no olvidemos como pusieron trabas durante toda la década de los noventa para impedir la educación sexual en colegios, ocupando su poder político para impedir las campañas por el uso del preservativo.
Este momento histórico representa la oportunidad de avanzar en obtención de derechos, instalar nuevos patrones de comprensión de la seguridad y la vida digna para mujeres y niñas. Debe ser compromiso de las feministas seguir tendiendo puentes, continuar los imparables procesos de autoeducación y construcción de redes, así como anunciar con fuerza que hemos llegado para quedarnos, que en esta pasada estamos juntas y que no nos callarán nunca más. RPS