Por Equipo RPS
La revuelta social de octubre ha obligado de forma abrupta a la apertura a un momento político nuevo, origen de un ciclo que recién se despliega y que se encuentra en plena disputa. El carácter novedoso del momento y lo enérgico de su inicio, sin embargo, no implica que no haya habido señales previas. Por el contrario, se trata de un largo proceso de acumulación de fuerzas que finalmente termina por romper la muralla de contención de la puesta en escena oficial que detenía los malestares. A esta verdadera marea de fuerza social, germen de poder colectivo, es posible caracterizarla como un “magma” destituyente-constituyente. Destituyente, en tanto busca abolir una forma de ordenamiento político existente, desvistiéndolo de sus ropajes de legitimidad. Constituyente, en tanto busca recrear y ensayar articulaciones y ordenamientos sociales nuevos, probabilizando un nuevo proyecto de país, que en su aspecto más institucional se expresará en el proceso de redacción de la Nueva Constitución, pero que probablemente en otras facetas, algunas culturales, otras microsociales, dará lugar a formas de organización política y social nuevas. Lo magmático da cuenta de su carácter enérgico y descorporeizado que posee; no solidificado y sin atisbos aún de las formas que adquirirá.
Ese magma que irrumpió haciéndose visible el 18-O (en clave de conflicto y de épica subalterna) ha determinado todo el marco político que se ha instalado desde entonces a la fecha. A pesar de su energía destituyente, que pudiera atribuirle una acción extrainstitucional, ha sido en el propio campo político institucional donde mayormente ha hecho sentir sus efectos: los resultados del plebiscito y las recientes elecciones de constitucionales, las nuevas correlaciones de fuerzas, el ensayo de nuevos liderazgos al margen de la filiación partidaria, la profunda desafección expresada hacia quienes han sido protagonistas de la puesta en escena transicional, etc. A partir de estos resultados electorales es que este magma destituyente-constituyente logra irradiar su potencia en el sistema político, afirmando mediante la legitimidad jurídica de la mayoría formal electoral, lo que inicialmente aparecía sólo como una amenaza. En efecto, en la reciente elección de constitucionales este movimiento magmático logra en buen medida despegarse del itinerario e influencia del poder constituido, no necesariamente en términos jurídicos, pues se procede básicamente desde los marcos impuestos por el viejo orden mediante el Acuerdo de Paz y Nueva Constitución, pero sí políticamente con el protagonismo inesperado de la Lista del Pueblo.
En otras facetas, este magma destituyente-constituyente ha liberado el material para la conformación de nuevos sentidos comunes subalternos, nuevos imaginarios colectivos, articulando percepciones y comprensiones de la realidad en torno a tensionar el orden establecido, plantear demandas que las problemáticas de la realidad misma hacen presentes y hacer manifiesto el conflicto entre minorías gobernantes y mayorías subordinadas. En términos de la politología estándar esto bien podría ser considerado como “momento populista”, en el que se dicotomiza, aún de manera fluida e inestable, el sentido común a partir de la oposición “elite versus pueblo”; y efectivamente, cada derrota electoral de las elites termina produciendo, dando lugar y al mismo tiempo explicándose respecto de una épica de lucha asociada a la movilización social. Tal dicotomización, sin embargo, pareciera ser insuficiente por sí sola para explicar la energía magmática desplegada, pues es innegable que existen otros clivajes que se han puesto en juego, como el de las desigualdades de género en la participación política, económica, social y cultural, y que ha producido que el feminismo se transforme en una categoría de señalación política y cultural de gran relevancia, modelando y haciéndose presente en gran parte de este proceso (y seguramente lo seguirá haciendo).
Debatir sobre los términos en los que este magma destituyente-constituyente irá tomando formas y sentidos puede probablemente aportar a reconocer y enfrentar con mayores elementos de análisis este momento tácticamente intenso y estratégicamente suspendido en el que se encuentra la política actual, donde todas las posibilidades y soluciones están en juego.
Como provocación, desde Revista Política Salvaje proponemos abordar un marco de lectura y discusión de esta coyuntura al menos sobre los siguientes ejes, los que son aquí meramente enunciados y que esperamos profundizar junto a otras y otros en las próximas semanas.